jueves, 2 de abril de 2009

En el borde de la aguja


La luz logró inundar mi habitación, pero sólo mi habitación. Hay unos postigones que encerraron hoy a mi corazón, evitando que pueda entrar una sola rendija de luz. Pesadas cortinas de plomo...Dios Santo, cómo me pesan...Cuando al fin creí encotrar un refugio del cataclismo, tengo miedo de encontrarme a la intemperie de la soledad otra vez. Tardé casi lo que tardaría el infierno en congelarse, tardé tanto que apenas sobreviví. Pero sobreviví. Ahora me está aplastando la desconfianza, que me gustaría decir que no te la ganaste, pero no puedo, porque en parte sí fue así. Cómo puedo entregarle mi corazón a alguien cuando me enredaron tantas mentiras de lenguas viperinas y ojos encantadores? No sé, pero te di el poder de convencerme, y lo hiciste. Las aguas estuvieron azules y cristalinas, calmas como un suspiro en el atardecer, me prometiste el mundo y yo te creí, pero de repente siento que las cosas no eran como parecían, y que los corazones de oro, sólo están bañados en el, no rellenos hasta lo más íntimo de ellos. Me tambaleo, y resbalo, pero no me caigo. Porque lo más posible quizás sea que lo mucho que te necesito y que te amo sea mayor a lo mucho que me decepcionaste.Aacabo de hablar con vos, y ninguno sabe qué decir. Qué va a pasar? Me da un escalofrío en el alma pensar que las cosas se terminen así.

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